top of page

Ingrid Cavalieri P.: El "para qué"

Actualizado: 16 abr 2022

Mi nombre es Ingrid Noret Cavalieri Palmieri, pero ya aprendí que soy alguien más que mi nombre y que, en vez de preguntar por qué suceden las cosas, lo correcto es preguntar: "¿Para qué?".

En el museo de la Universidad San Agustín. Arequipa.

De preguntar "para qué" surge esta historia. Es la historia del para qué sucedieron algunas cosas más o menos relevantes en mi vida.


El asma

Como tanta gente en este mundo, yo también fui asmática y a los tres años de edad tuve mi primer episodio de gravedad; luego otro a los ocho años de existencia y después otro, cumplidos los diez.

Fueron episodios que me llevaron directo a emergencias de diversos hospitales, pero no fueron lo únicos que me hicieron sentirme desfallecer. Todo aquel que sufra o haya sufrido de asma, comprenderá perfectamente a qué me refiero.


Remedios insólitos

En su desesperación por evitarme aquella terrible enfermedad, mi madre hizo todo cuanto estuvo a su alcance, en aquella época en la que se pensaba que el asma era una enfermedad incurable y en consecuencia, el que la padeciera tenía que morir con ella.

Colonia Tovar, Venezuela.
En la Colonia Tovar con mi madre, Estrella Palmieri

Mi madre me preparó toda clase de remedios caseros, ya que, en su infinita sabiduría, no le tenía mucha fe a los médicos ni a la medicina occidental.

Grasa de gallina negra, té de orégano orejón, té de frailejón, cebolla morada con leche y mantequilla, vino tinto con yema de huevo criollo, sábila con cebolla, miel y limón, infusión de malojillo con hierba luisa... todo eso después de darse cuenta que el Amodión y el Salbután, no me hacían el efecto esperado: que el asma desapareciera por completo.


Como un fantasma

Era yo una niña menudita, casi con la piel pegada a los huesos y, a falta de una respiración fluida, parecía más un fantasmita que un ser humano. Esto cuando tenía aquellos ataques de asma, que me dejaban sin energía y apenas podía tan sólo recostarme de medio lado e intentar aferrarme a la vida por aquel hilito de aire que entraba por una delgadísimas fosas nasales. Sí, además mis fosas nasales no le hacen honor a mi gran nariz, pues son apenas una diminuta rendija interrumpida por un marcado desvío del tabique nasal. ¡En fin! que la vida la he tenido "medidita". Sabemos que sin aire no hay vida.


Es importante resaltar que durante 49 años mi hemoglobina marcaba menos de 11, así que mi presión arterial también era baja.


San Lázaro, Arequipa, Perú.
En San Lázaro, Arequipa, Perú.

El hallazgo

He vivido intensamente cualquier cantidad de experiencias, convencida de que la vida hay que vivirla aprovechando al máximo cada uno de sus milésimas de segundo y, claro que debía vivir así alguien que, desde su más temprana infancia, miró de frente a la muerte a cada instante, parada en la puerta, esperando a que las vías respiratorias terminaran de inflamarse por completo para ocasionar una asfixia definitiva.


Comí y bebí prácticamente de todo. También fumé cigarrillos, a razón de media cajetilla diaria.


A mis 46 años comencé a experimentar severos episodios de reacción alérgica, en donde la piel se hinchaba y se enrojecía, haciéndome ver como una especie de Cuasimodo, porque además todo el lado derecho de mi rostro se inflamaba de tal forma, que el ojo quedaba totalmente cerrado.


Las vías respiratorias se tapaban casi por completo, así que me tumbaba boca arriba y abría la boca, para que aquel pequeñísimo hilo de aire entrara a través de mi garganta. Esto ocurría mientras alguien cercano me hacía beber un anti histamínico y este hacía su efecto "sanador".


Una médico alergólogo hizo lo suyo recetándome una serie de medicamentos paliativos.


Yo me encontraba al borde del colapso cuando mi amiga Mariney me comentó que a su sobrina de 40 años—quien vive en Estados Unidos— la habían hospitalizado y, luego de tres días de haberle realizado múltiples pruebas médicas, le diagnosticaron celiaquía.


Los síntomas de la sobrina de mi amiga Mariney eran idénticos a los míos, así que decidí hacer la misma dieta que le mandaron los médicos gringos a ella.

Después de 30 días comiendo sin nada de gluten —vaya que me costó lograrlo— ya mis síntomas iban mermando, a pesar de que a la par de la nueva dieta, había dejado de consumir todos aquellos medicamentos que me había recetado la tristemente célebre alergóloga, que me recetó cinco medicamentos diferentes al día.


Cuando descubrí que mis alergias estaban desapareciendo me sentí muy, pero muy contenta.


Segundo acto: la histerectomía

Durante veinte años aplacé una histerectomía. Sí, leíste bien: veinte años.


Estaba tan segura de que aquel mioma que crecía lentamente en el exterior de mi útero era benigno, que decidí aplazar la cirugía hasta que mi propio cuerpo me avisara que ya era hora. Lo hizo justo en mi cumpleaños número 49. Por aquel entonces se suponía que comenzaría mi proceso menopáusico.


Me preparé durante tres meses y un día antes de cumplir los 50 años, me sacaron el útero —con el mioma gigantesco adherido, por supuesto—, los dos ovarios y las trompas de falopio.

La preparación previa a la operación era subirme la hemoglobina para que no hubiera necesidad de transfusión sanguínea.


La hemoglobina subió nada más que con el cambio de alimentación.


Salí bien de la histerectomía y no hubo necesidad de ponerme sangre ajena.


La investigación

Como siempre tuve inquietud intelectual, decidí investigar por mi propia cuenta qué era lo que había sucedido con mi salud, aunque mis estudios académicos estuvieran lejos de la medicina, por cierto.


Durante el período investigativo alcancé a informarme más allá de lo que dice la medicina occidental.


Aprendí, por ejemplo, que "nadie se muere en la víspera", como solía decir mi madre, pero además, que la muerte —tal como la conocemos—, no existe.


Aprendí que —también como decía mi mamá— somos lo que comemos.


Aprendí que nada sucede por casualidad, porque esta tampoco existe.


Aprendí que, se es lo que se siente.


Aprendí que atraes lo que vibras y preguntarse "para qué" y no por qué, resulta más fructífero y útil.


"Para qué" tusaludplena.org

Conocí a María Jesús Navarro practicando lo que aprendí: cómo funciona realmente la Ley de Atracción.


Antes de ello escribí mi libro "El dinero sí cae del cielo", así que puse en práctica todo cuanto escribí, lógicamente. Y es que es así como suceden los milagros.

Libro sobre el dinero
Puedes adquirilo en Amazon

Debo hacer honor a la verdad y decirte que ya el proyecto estaba más o menos avanzado, junto con el canal de YouTube, pero, como dije arriba: el Universo conspiró y colocó la sincronía donde debía, así que María Jesús Navarro y yo nos encontramos para de inmediato contarle lo que me motiva: brindar apoyo a todo aquel que lo requiera, a través de mentorías, ya sean presenciales o virtuales.


—¡Oh, sorpresa! ¡María Jesús tiene motivaciones similares a las mías!—


No esperé demasiado para proponerle que nos uniéramos en el mismo fin y ella no esperó tampoco para decirme que sí. De esa forma encontramos ambas el "para qué" y he aquí el resultado: un sitio web como plataforma informativa y de contacto en donde ambas podemos ayudar a las personas.


Y es que así funciona la vida: de forma maravillosa.

Ingrid Cavalieri, coach de vida.
TBT de Cúcuta, Colombia y Lima, Perú.

¿Misión de vida?

Podríamos decir que sí, que se trata de una misión de vida. Inclusive me gusta pensarlo de esta manera, pero sea lo que sea, hasta ahora siento una gran satisfacción al saber que he puesto mi granito de arena ayudando a personas que la vida ha puesto en mi camino, para que puedan superar situaciones sumamente difíciles.


Lo hice desde Venezuela, mi país natal, luego en Ecuador y ahora en y desde Perú, aunque estoy consciente de que muy pronto seguiré viajando por varios países de América del Sur y luego Europa.


Apoyo de forma presencial y también —aprovechando las bondades de la tecnología— a través de Zoom.


Personas con situaciones depresivas o con elevados estados de ansiedad, que sanaron completamente a través de sencillas y cortas terapias de apenas cuatro sesiones. Cabe resaltar que en ciertas ocasiones bastaron dos sesiones, es decir, un problema de vida resuelto en cuatro horas.


Eso me hace feliz.

Regalos
¡Un millón de gracias!

Todo a su tiempo

¿Todo a su tiempo? Sí, todo a su tiempo.

Estás leyendo esto porque estás a tiempo. Pasé por todo lo que he pasado, porque tenía que suceder de esa forma y en el tiempo preciso.


Ahora me dedico a esclarecer el camino de todo aquel que siente que soy yo la persona que debe ayudarles. ¡En su tiempo!


Por eso vivo ahora feliz y agradecida por ti, que te has tomado el tiempo para leer esta breve, pero larga historia (jeje); por mí, que aún sigo en este plano a pesar de haberme encontrado de frente con la muerte durante tantas veces; por María Jesús, que me sirve de espejo y me ayuda a mejorar cada día; por Dios, que a diario sigue demostrando que su poder es inconmensurable y que por ello, todo cuanto ha creado es un sistema absolutamente perfecto.


¡Gracias! ¡Muchísimas gracias!




Comments


bottom of page